Discos de freno
Inicialmente los frenos de disco fueron introducidos en los vehículos deportivos que demandaban una mayor capacidad de frenada. Algunos estaban colocados dentro del vehículo, junto al diferencial, pero la inmensa mayoría de los actuales se colocan dentro de las ruedas. Los posicionados dentro del vehículo permiten disminuir la masa suspendida y el calor transmitido a las ruedas, importante en la alta competición.
En la actualidad los frenos de disco han sido introducidos prácticamente en la totalidad de los vehículos, si bien se siguen utilizando los frenos de tambor en el eje trasero en las gamas bajas, como forma de reducir costos y simplificar el funcionamiento del freno de mano. Dado que la mayoría del esfuerzo de frenada se produce en el eje delantero, esta solución ofrece un compromiso razonable entre costo y seguridad.
Hay distintos materiales que se utilizan en el proceso de fabricado del disco. Cabe mencionar el acero, el material más utilizado para los coches que vemos cada día, los coches de calle. Por encima, para los coches de altas prestaciones, existen los carbonocerámicos, un compuesto de cerámica y fibra de carbono, los cuales proporcionan una eficacia de frenado sobresaliente además de una gran resistencia a las altas temperaturas. Por último cabe destacar la fibra de carbono, utilizada solo en categorías de competición muy exigentes como Formula 1, DTM o GP2. Obviamente la eficacia de frenado es muy superior a cualquier cosa que hemos visto antes, y la resistencia a altas temperaturas es muy superior.
Obviamente habrá quien piense: ¿Por qué no se equipan a todos los turismos con discos de carbono o de alto rendimiento? Bien, la respuesta es bien sencilla. Además del desembolso económico que supondrían estos discos, éstos resultan ineficaces a bajas temperaturas. La temperatura va aumentando según la fuerza de frenado. Así pues una frenada en un turismo de 50 km/h a estado de reposo no proporcionaría esa temperatura necesaria para "mantener en su punto" este tipo de discos.